Gálatas 5.12-14
Servíos por
amor En un mundo que realza el poder y el egoísmo, hablar de ser siervo parece
fuera de lugar. Pero Dios quiere que tú y yo seamos siervos de Él.
El siervo de
Dios tiene en mente a los demás. Se olvida de sí mismo (Filipenses 2.4). Al dejar
de centrarte en tus necesidades, comenzarás a darte cuenta de las necesidades
que te rodean. Como verdadero siervo no tratas de usar a Dios para tus
propósitos egoístas y manipuladores. Por el contrario, dejas que Dios te use
para los planes de Él.
La humildad
es una batalla de cada día. Otras características de un creyente pueden
imitarse, pero la humildad no puede imitarse por mucho tiempo sin que sea
descubierto el orgullo y la soberbia detrás de un corazón no arrepentido.
Fíjate en el contenido de Mateo 5.41. Esta es una
buena medida de tu condición de siervo de Dios.
El siervo de
Dios reconoce que todo le pertenece a Dios. Cada segundo de tu tiempo le
pertenece a Dios. Cada capacidad proviene de Él y debe ser solo para Él. Cada
bien material, por grande o pequeño que sea, le pertenece por entero a Dios.
Hablando de manera específica sobre el dinero, alguien ha dicho: “Si Jesucristo
es tu Señor, el dinero te sirve; pero si el dinero es tu señor, te vuelves
esclavo del dinero”. Lee Lucas 16.13.
El siervo de
Dios está ocupado por completo en la tarea asignada por Dios. Cuando te
encuentras ocupado en servir no tienes tiempo para criticar, comparar o
competir con otros siervos. Tu servicio a Dios nunca es considerado una
pérdida, aunque otros lo digan. Deja que Dios evalúe a cada siervo (Romanos 14.4). Deja que
Dios se encargue de defenderte ante los que critican tu labor. Si sirves a
Cristo, seguro que serás criticado.
El siervo de
Dios no se preocupa en guardar las apariencias. Es genuino. Ya estamos cansados
de rostros plásticos, sonrisas plásticas y... ministerios plásticos. No tienes
que probar cuánto vales. Jesucristo les lavó los pies a sus discípulos. Esa
tarea no amenazaba su propia imagen (Juan 13.3, 4), más bien la
exaltó.
¿En qué
basas tu valor e identidad? Si las fundamentas en tu relación con Jesucristo te
sentirás libre de las expectativas que otros puedan tener (2 Corintios 10.18). Mientras más cerca estés de
Dios, menos necesitarás promocionarte a ti mismo.
Seré un siervo
de Dios en toda la amplitud de la palabra.