Lee Salmos 20.6-8
La capacidad de recordar el pasado es una de las funciones más poderosas del cerebro. Puede ser tanto una bendición como una maldición, según lo que elijas recordar. Recordar trae las emociones del pasado al presente, haya sido el evento positivo o negativo. Recordar heridas, ofensas, desilusiones o fracasos del pasado hará que todas las emociones relacionadas con ellos corran a tu mente para crear de nuevo un vacío emocional destructivo. A la inversa, cuando recuerdas experiencias positivas, enciendes de nuevo el valor, el gozo y el sentido de logro relacionado con la victoria. Nunca puedes subestimar el poder de una experiencia para volver a inspirar tu fe en Dios.
Desde la división del Mar Rojo hasta la caída de Jericó, los israelitas tuvieron numerosos milagros y proezas increíbles que Dios realizó a su favor. Dios les había advertido acerca de olvidar los actos poderosos de Él: «Acuérdate bien de lo que hizo Jehová con Faraón y con todo Egipto; de las grandes pruebas que vieron tus ojos, y de las señales y milagros, y de la mano poderosa y el brazo extendido con que Jehová tu Dios te sacó; así hará Jehová tu Dios con todos los pueblos de cuya presencia tú temieres» (Deuteronomio 7.18, 19).
Si has permitido que Satanás te dé una amnesia de experiencias, si has olvidado los momentos de intervención divina en tu vida, ¿por qué no recuerdas el testimonio de otra persona? Recuerda las cosas buenas que Dios ha hecho con otros. Si Él lo hizo entonces, puede hacerlo de nuevo.
Cuando David vio que el rey Saúl estaba inclinado a desalentarlo a enfrentar al gigante Goliat, decidió decirle lo que Dios había hecho con Él en el pasado: «Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo» (1 Samuel 17.37). Dios lo hizo y lo volverá a hacer para gloria de Él.
Mi Dios lo hizo, por tanto estoy seguro de que lo volverá hacer hoy en mí
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