Consignas de vida

Lectura: Deuteronomio 4:1-9 
… yo os he enseñado estatutos y decretos, […] para que hagáis así… —Deuteronomio 4:5

Durante muchos años, conservé una carpeta de archivo titulada «Oratoria». Se fue llenando de artículos, citas e ilustraciones que podían ser útiles. Hace poco, la revisé para descartar las cosas desactualizadas. Me resultó difícil deshacerme de muchas, no porque no las haya usado todavía en una charla, sino porque no las he puesto en práctica. Cerré la carpeta pensando: «No son palabras para usar en una conferencia; son consignas de vida».

Después de 40 años en el desierto, Moisés le dijo al pueblo que se preparaba para entrar en la tierra prometida: «Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que el Señor Dios de vuestros padres os da» (Deuteronomio 4:1). La temática repetida de Moisés (vv. 1, 2, 5, 6, 9) es que hay que cumplir los mandamientos divinos, y lo expresó muy bien: «… yo os he enseñado estatutos y decretos […] para que hagáis así» (v. 5).

Es fácil hablar sobre hacer más de lo que hacemos y predicar sobre verdades que no ponemos en práctica. Podemos llenarnos la boca de palabras, pero necesitar una dosis de realidad, olvidando que todos los mandamientos de Dios fluyen de su corazón que nos ama.

Señor, ayúdanos a no ser solo oidores de la Palabra, sino también hacedores. Enséñanos a no engañarnos. Queremos andar por tus caminos y guiar a otros a ti.

La potencia de nuestras acciones debe compararse al ímpetu de nuestras palabras.


Siervo de Dios



Gálatas 5.12-14
Servíos por amor En un mundo que realza el poder y el egoísmo, hablar de ser siervo parece fuera de lugar. Pero Dios quiere que tú y yo seamos siervos de Él.
http://cincominutos.com.mx/wp-content/uploads/2013/11/Siervo-de-Dios.jpgEl siervo de Dios tiene en mente a los demás. Se olvida de sí mismo (Filipenses 2.4). Al dejar de centrarte en tus necesidades, comenzarás a darte cuenta de las necesidades que te rodean. Como verdadero siervo no tratas de usar a Dios para tus propósitos egoístas y manipuladores. Por el contrario, dejas que Dios te use para los planes de Él.
La humildad es una batalla de cada día. Otras características de un creyente pueden imitarse, pero la humildad no puede imitarse por mucho tiempo sin que sea descubierto el orgullo y la soberbia detrás de un corazón no arrepentido. Fíjate en el contenido de Mateo 5.41. Esta es una buena medida de tu condición de siervo de Dios.
El siervo de Dios reconoce que todo le pertenece a Dios. Cada segundo de tu tiempo le pertenece a Dios. Cada capacidad proviene de Él y debe ser solo para Él. Cada bien material, por grande o pequeño que sea, le pertenece por entero a Dios. Hablando de manera específica sobre el dinero, alguien ha dicho: “Si Jesucristo es tu Señor, el dinero te sirve; pero si el dinero es tu señor, te vuelves esclavo del dinero”. Lee Lucas 16.13.
El siervo de Dios está ocupado por completo en la tarea asignada por Dios. Cuando te encuentras ocupado en servir no tienes tiempo para criticar, comparar o competir con otros siervos. Tu servicio a Dios nunca es considerado una pérdida, aunque otros lo digan. Deja que Dios evalúe a cada siervo (Romanos 14.4). Deja que Dios se encargue de defenderte ante los que critican tu labor. Si sirves a Cristo, seguro que serás criticado.
El siervo de Dios no se preocupa en guardar las apariencias. Es genuino. Ya estamos cansados de rostros plásticos, sonrisas plásticas y... ministerios plásticos. No tienes que probar cuánto vales. Jesucristo les lavó los pies a sus discípulos. Esa tarea no amenazaba su propia imagen (Juan 13.3, 4), más bien la exaltó.
¿En qué basas tu valor e identidad? Si las fundamentas en tu relación con Jesucristo te sentirás libre de las expectativas que otros puedan tener (2 Corintios 10.18). Mientras más cerca estés de Dios, menos necesitarás promocionarte a ti mismo.
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8NU3sZ7_TTQaHwXtZo405zF8soNTo7jStt4MHrQSquRhV1lmW-zfusoRuOBuLKsGTXGI1npPwLq9mE9LiJcHLa6MKkvuGRgQSxmj-1wKatxwUWbwhQscwZvfja3dfvjQXpme84qJzJxc/s400/la_gloria_de_dios.jpg
Seré un siervo de Dios en toda la amplitud de la palabra.

Recuerda las victorias

Lee Salmos 20.6-8
La capacidad de recordar el pasado es una de las funciones más poderosas del cerebro. Puede ser tanto una bendición como una maldición, según lo que elijas recordar. Recordar trae las emociones del pasado al presente, haya sido el evento positivo o negativo. Recordar heridas, ofensas, desilusiones o fracasos del pasado hará que todas las emociones relacionadas con ellos corran a tu mente para crear de nuevo un vacío emocional destructivo. A la inversa, cuando recuerdas experiencias positivas, enciendes de nuevo el valor, el gozo y el sentido de logro relacionado con la victoria. Nunca puedes subestimar el poder de una experiencia para volver a inspirar tu fe en Dios.
Desde la división del Mar Rojo hasta la caída de Jericó, los israelitas tuvieron numerosos milagros y proezas increíbles que Dios realizó a su favor. Dios les había advertido acerca de olvidar los actos poderosos de Él: «Acuérdate bien de lo que hizo Jehová con Faraón y con todo Egipto; de las grandes pruebas que vieron tus ojos, y de las señales y milagros, y de la mano poderosa y el brazo extendido con que Jehová tu Dios te sacó; así hará Jehová tu Dios con todos los pueblos de cuya presencia tú temieres» (Deuteronomio 7.18, 19).
Si has permitido que Satanás te dé una amnesia de experiencias, si has olvidado los momentos de intervención divina en tu vida, ¿por qué no recuerdas el testimonio de otra persona? Recuerda las cosas buenas que Dios ha hecho con otros. Si Él lo hizo entonces, puede hacerlo de nuevo.
Cuando David vio que el rey Saúl estaba inclinado a desalentarlo a enfrentar al gigante Goliat, decidió decirle lo que Dios había hecho con Él en el pasado: «Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo» (1 Samuel 17.37). Dios lo hizo y lo volverá a hacer para gloria de Él.

Mi Dios lo hizo, por tanto estoy seguro de que lo volverá hacer hoy en mí


Tienes un amigo

Lectura: 
[Jesús dijo] os he llamado amigos… (Juan 15:15)

Una de las consecuencias irónicas del arrollador crecimiento de los medios de comunicación social es que, a menudo, nos aislamos cada vez más. Un artículo de Internet advierte: «Los que se oponen a llevar una vida primordial o exclusivamente en Internet sostienen que los amigos virtuales no sustituyen en forma adecuada a los de la vida real, y que […] los individuos que reemplazan con amigos virtuales los de carne y hueso se vuelven aun más solitarios y depresivos que antes».

Dejando la tecnología de lado, todos enfrentamos temporadas de soledad en las que nos preguntamos si alguien sabrá o entenderá qué cargas soportamos o qué luchas tenemos, y si le interesará. No obstante, los seguidores de Cristo tenemos una certeza que brinda consuelo a nuestro corazón abatido: la presencia consoladora del Salvador. El salmista David plasmó esta promesa con palabras indiscutibles: «Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento» (Salmo 23:4).

Ya sea que estemos aislados por decisión propia, por las tendencias culturales que nos rodean o por pérdidas dolorosas en la vida, los que conocemos a Cristo como Salvador podemos descansar en la presencia del Pastor de nuestro corazón. ¡Oh, qué amigo nos es Cristo!

Los que conocen a Jesús como Amigo nunca están solos.

Vínculo con la vida

Lectura: Tito 3:1-11 
Nos salvó […] por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo. (Tito 3:5)


A los 16 años de edad, Morris Frank (1908-1980) ya había perdido la vista en ambos ojos. Varios años después, viajó a Suiza, donde conoció a Buddy, el perro que lo incentivaría a participar en la escuela de perros guía Seeing Eye [Ojo que ve].


Con la guía de Buddy, Frank aprendió a andar por aceras llenas de gente e intersecciones. Así describió la libertad que su guía le proporcionaba: «Es glorioso: simplemente [Buddy] y una correa de cuero me vinculan con la vida». El perro le brindó a Morris Frank una nueva clase de acceso al mundo que lo rodeaba.


El Espíritu Santo de Dios nos da acceso a la vida espiritual abundante en Jesús. Cuando aceptamos a Cristo como Salvador, Dios lava nuestros pecados y nos renueva «en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador» (Tito 3:5-6). En cuanto conocemos al Señor, el Espíritu Santo nos ayuda a experimentar el amor de Dios (Romanos 5:5), a entender su Palabra (Juan 14:26), a orar (Romanos 8:26) y a abundar en esperanza (Romanos 15:13).


Hoy, cuando pienses en tu relación con Dios, recuerda que el Espíritu es tu guía para vivir en Cristo (Romanos 8:14).




El Espíritu Santo nos guía a crecer en conocimiento y madurar espiritualmente

Promover la unidad

Lectura: Proverbios 6:16-19 
… aborrece el Señor [… al] que siembra discordia entre hermanos. (Proverbios 6:16, 19)

El lenguaje de Proverbios 6:16-19 es duro. Enumera siete cosas que el Señor aborrece, y cierra con el que «siembra discordia entre hermanos». Este pecado se menciona porque destruye la unidad que Cristo desea para sus seguidores (Juan 17:21-22).

En un principio, aquellos que siembran discordia tal vez no busquen crear división, sino que les preocupan sus necesidades personales o los intereses del grupo al que pertenecen (Santiago 4:1-10). Piensa en la discusión de los pastores de Lot con los de Abram (Génesis 13:1-18), en la de los discípulos de Cristo sobre la preeminencia personal (Lucas 9:46); además, considera los grupos separatistas de la iglesia de Corinto, los cuales colocaban las facciones sectarias por encima de la unidad del Espíritu (1 Corintios 3:1-7).

Entonces, ¿cuál es la mejor manera de promover la unidad? Comienza con un corazón transformado. Cuando adoptamos la mente de Cristo, desarrollamos una actitud humilde y nos concentramos en servir a los demás (Filipenses 2:5-11). Solo en Él, podemos acceder al poder para «no [mirar] cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros» (v. 4). En poco tiempo, las necesidades y las esperanzas de los demás nos resultarán más importantes que las nuestras.

Al desarrollar lazos de amor unos con otros, descubrimos que el gozo y la unidad sustituyen a la discordia (ver Salmo 133:1).

Podemos lograr más juntos que solos.

En actividad

Lectura: Mateo 25:14-21 
… Bien, buen siervo y fiel… (Mateo 25:23)

Viviana y Daniel tienen más de 90 años, y han estado casados más de 70. Hace poco, ella tuvo un contratiempo al fracturarse la cadera. Esto se sumó a su tristeza porque, desde hace varios años, ya no tienen fuerzas suficientes para trabajar y participar activamente en su iglesia.

No obstante, ambos siguen trabajando con ahínco para el Señor: son guerreros de oración. Aunque quizá no puedan estar físicamente presentes en la iglesia, son fieles «entre bambalinas» en su servicio para el Señor.

La parábola de Mateo 25 nos recuerda que debemos utilizar los «talentos» que Dios nos ha dado en su sabiduría. Todos tenemos habilidades o capacidades en diversas áreas, y no debemos enterrar ni desperdiciar lo que el Señor nos ha concedido.

Dios no nos utiliza solamente cuando somos fuertes, sino también en nuestra juventud y vejez, y en nuestras enfermedades y debilidad. Viviana y Daniel continúan sirviendo con la oración. Y como ellos, nosotros honramos a nuestro Salvador al utilizar nuestros talentos… «cada uno conforme a su capacidad» (v. 15) para servir a Aquel que es digno.

"Señor, has hecho tanto por mí. Muéstrame qué puedo hacer para servirte y honrarte con las habilidades que me has dado. Que mi vida sea un sacrificio vivo de amor y acción para honrar tu nombre."


Dios puede utilizarte a cualquier edad… si estás dispuesto.

Amor desubicado

Lectura: Salmo 115 
"Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de manos de hombres".  (Salmo 115:4)

El escritor y orador Martin Lindstrom piensa que los teléfonos móviles se han convertido en el mejor amigo de muchas personas. Un experimento con una resonancia magnética lo ayudó a descubrir el porqué: cuando las personas veían o escuchaban sonar su teléfono, se estimulaban neuronas en zonas del cerebro asociadas a sentimientos de amor y compasión. Lindstrom señaló: «Era como si estuvieran delante de una novia, un novio o un familiar».

Muchas cosas se disputan nuestro afecto, tiempo y atención, y parece que siempre necesitáramos evaluar en dónde se enfoca nuestra vida. Josué les dijo a los israelitas que debían dirigir su afecto y adoración a Dios solamente (Josué 24:14), y estableció una diferencia significativa con la adoración a los ídolos que practicaban las naciones circundantes. Esos ídolos eran de metal y tan solo obra de manos de hombres (Salmo 115:4). Comparados con el Señor, carecían totalmente de poder. Por lo tanto, el pueblo de Dios fue exhortado a hallar seguridad en Él y no en otros dioses (Jueces 10:13-16). Jesús lo reiteró al referirse a los mandamientos: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente» (Mateo 22:37).

El Señor es nuestra única ayuda y escudo (Salmo 115:9). Adorémoslo a Él solamente.


Para Reflexionar ¿Qué revela sobre nuestros afectos lo que hicimos últimamente? ¿Indica que alguien o algo está por encima de Dios?

Dios se merece todo nuestro amor.

Regocijo celestial




Lectura: Lucas 15:1-10 
… hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente. (Lucas 15:10)


Julia había sido criada en un hogar cristiano, pero cuando fue a la universidad, empezó a cuestionar sus creencias y se alejó de Dios. Después de graduarse, viajó a varios países, siempre en busca de felicidad, pero nunca se sentía satisfecha. Tras experimentar algunas dificultades, se dio cuenta de que el Señor estaba buscándola y de que lo necesitaba.

Desde otro país, llamó a sus padres y les dijo: «¡Le entregué mi vida a Cristo y me está cambiando! Lamento toda la angustia que les causé». Sus padres estaban tan emocionados que llamaron a sus hijos y nueras para que fueran a su casa de inmediato. Querían contarle personalmente la emocionante noticia. «¡Julia ha recibido a Cristo como Salvador!», exclamaron gozosos y casi llorando.

La mujer en Lucas 15 encontró la moneda que había perdido, y llamó a sus amigos y vecinos para que se regocijaran con ella (v. 9). Jesús les relató a los religiosos de su época esta historia, y otras sobre una oveja y un hijo también perdidos, para mostrar cómo había venido Él a la Tierra para buscar a los pecadores perdidos. Cuando aceptamos el don de la salvación divina, hay gozo tanto en el cielo como en la Tierra. Jesús declaró: «… hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente» (v. 10). ¡Qué maravilloso es que Jesucristo haya descendido a nosotros para buscarnos y que el cielo se regocije cuando respondemos con fe!



Los ángeles se regocijan cuando nos arrepentimos.

Olor agradable

Lectura: 2 Corintios 2:12-17 

"Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden."  
(2 Corintios 2:15)
Algunos aromas son inolvidables. Hace poco, un hombre mencionó que se le estaba terminando la crema de afeitar. «Yo compro alguna», le ofreció su esposa. «¿Puedes conseguir esta? —preguntó mientras le mostraba el frasco—. Me encanta el perfume; es la que mi papá usaba siempre». La esposa sonrió al recordar cuando, en una ocasión, había evocado momentáneamente su niñez al sentir el olorcito del mismo champú que su mamá usaba para lavarle el cabello. Tanto para su esposo como para ella, los olores habían desencadenado respuestas emocionales y recuerdos agradables de personas que amában y que ya no estaban.
Oliver Wendell Holmes declaró: «Los recuerdos, la imaginación, los sentimientos del pasado y las asociaciones se despiertan con más rapidez a través del olfato que por cualquier otro medio».
Así que, ¿qué sucedería si nuestra vida fuera un olor que atrajera a las personas hacia Dios? En 2 Corintios 2:15, leemos: «Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden». A Dios le agrada nuestra fragancia, pero esta también hace que los demás sean impulsados hacia Él o se alejen. Los que hemos entendido sobre el sacrificio de Jesús tenemos la oportunidad de ser el «olor de Cristo» (un recordatorio de su Persona) para los demás.
El dulce aroma de la semejanza de Cristo puede ser un atractivo irresistible hacia el Salvador.

Al caminar con Dios, dejamos una fragancia agradable que puede atraer a otros a seguirlo.